Descripción:
Tenemos siglos con la posibilidad de leer la Palabra de Dios en nuestra misma lengua madre, una gracia inestimable que nos permite experimentar la cercanía de un Dios que se hace hermano y habla nuestro mismo lenguaje. Sin embargo, esto no puede hacernos olvidar que la Biblia fue escrita no sólo con otros caracteres gráficos, sino que esto mismo supone una estructura mental y, en consecuencia, una visión del mundo diferente, lo cual también es parte de la presencia providente de Dios en la historia humana que ha elegido revelarse en un tiempo, espacio y condiciones, como la lengua, determinados.
A este universo, en el que se entretejen las relaciones divino-humanas, podemos adentrarnos a partir de nuestra corporeidad, en el contacto material con la lengua, esto es, aprendiendo a leer y escribir el hebreo. Pero también, y no de modo excluyente, más bien complementario, conociendo el origen y fundamento de esta.
Posiblemente no todos contamos con la posibilidad de estudiar el hebreo con el que el Antiguo o Primer Testamento de la Biblia judeo-cristiana fue escrito, pero sí podemos conocer, y así acceder y ser partícipes, de la dinámica interna de una lengua que por sus características propias permanece impresa en el texto sagrado y continúa actuando hasta nuestros días. De modo que la Biblia, más que un texto que leemos e interpretamos, pase a ser un espacio y modo de ser que habitamos.
Objetivo:
Presentar el itinerario de la génesis histórica y lógica interna del hebreo con el que fue escrito y pensado el texto revelado.
Temas del curso:
1) Las lenguas de Jesús y las lenguas de la Biblia. La materialidad y realización de la escritura
2) El origen de la escritura. Egipto y Mesopotamia. Las lenguas semíticas y el afroasiático
3) La lengua de Canaán. Asiáticos en Egipto y los habiru
4) Estudiar y adquirir una lengua. Las fronteras y el exilio
5) El nuevo orden intelectual inaugurado en Egipto
Adriana Noemí Salvador
“A través de la UBL y su propuesta pedagógica alternativa, inclusiva, liberadora e interdisciplinaria, comprendí que la teología es una profesión fundamental y no complementaria, con la cual se pueden iniciar, acompañar y culminar procesos de transformación social. ”
Ángel Román - Guatemala